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Bárbol (Las dos torres)

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BARBOL-LAS-DOS-TORRES

Resumen

Merry y Pippin, después de escapar de los orcos, se adentran más y más en el bosque de Fangorn. Al principio, el miedo los empuja a correr rápidamente, pero a medida que se alejan del peligro inmediato, el temor disminuye y aminoran el paso. Sin embargo, pronto se sienten invadidos por una sensación sofocante, como si el aire estuviera enrarecido. Merry, jadeante, se detiene y dice: «No podemos seguir así, necesito aire.» A lo que Pippin responde: «Bebamos un trago al menos, tengo la garganta seca.»

Los hobbits se acercan al río y, sentados en una raíz, beben de sus aguas frías y claras. El refresco les devuelve algo de energía, pero se dan cuenta de lo sombrío y envejecido que parece el bosque que los rodea. Pippin comenta: «Todo es muy oscuro y sofocante aquí. Me recuerda de algún modo la vieja sala de la Gran Morada de los Tuk en los Smials de Tukburgo». Ambos sienten que el bosque tiene una edad inmensa y está cubierto de líquenes y hojas secas que nunca han caído.

Después de un tiempo, ven un rayo de luz amarilla que se filtra a través de la espesura del bosque. Curiosos, deciden dirigirse hacia esa luz, que parece provenir de un punto más elevado. La subida es empinada y el terreno cada vez más pedregoso, hasta que llegan a una pared de piedra. Al pie de esta, se encuentran ante un árbol viejo y retorcido, cuya silueta recuerda a la de un hombre encorvado. «¡Subamos!», exclama Merry con renovada energía, «¡vayamos a respirar un poco de aire fresco y echar una mirada a las cercanías!»

Los hobbits escalan la pared hasta llegar a una cornisa desde la cual pueden ver el bosque que acaban de atravesar. Desde esa altura, notan que las copas de los árboles descienden hacia la llanura, y en la distancia, observan columnas de humo negro que se elevan al cielo. «El viento está cambiando», comenta Merry, «Sopla otra vez del este. Hace fresco aquí.»

De repente, una voz desconocida, profunda y resonante, interrumpe sus pensamientos: «¡Casi te gustaba el bosque! ¡Muy bien! Una amabilidad nada común». Sorprendidos, los hobbits se encuentran cara a cara con una figura imponente: un ser que parecía un árbol y a la vez un hombre, gigantesco, de catorce pies de altura, con una barba gris y una expresión enigmática en sus ojos. «Soy un Ent, o así me llaman. Sí, Ent es la palabra. Soy el Ent, podríais decir, en vuestro lenguaje. Algunos me llaman Fangorn, otros Bárbol. Podéis llamarme Bárbol», les dice.

Bárbol examina a los hobbits con sus ojos profundos, que Pippin describe más tarde como si hubieran «un pozo enorme detrás de los ojos, colmado de siglos de recuerdos y con una larga, lenta y sólida reflexión». A pesar del aspecto intimidante de Bárbol, los hobbits no sienten miedo. Pippin se atreve a preguntarle: «Por favor, ¿quién eres? ¿Y qué eres?»

A lo largo de su conversación, Bárbol les explica que es un Ent, un pastor de árboles, una criatura antigua y sabia que ha vagado por los bosques durante eones. Los hobbits, intrigados, le cuentan su historia, desde que dejaron Hobbiton hasta su llegada a Fangorn. Bárbol, en su estilo pausado, los escucha con atención, interrumpiéndolos de vez en cuando para pedirles detalles adicionales. Se interesa especialmente por Gandalf y Saruman, dos nombres que parecen despertar en él una profunda preocupación.

Cuando los hobbits mencionan a Saruman, Bárbol se muestra inquieto. Les cuenta cómo Saruman, un mago poderoso, se ha convertido en una amenaza para los bosques y para la Tierra Media en general. «Saruman es un mago», dice Bárbol. «Está planeando convertirse en un Poder. Tiene una mente de metal y ruedas y no le preocupan las cosas que crecen, excepto cuando puede utilizarlas en el momento.»

Bárbol lleva a los hobbits a su hogar, un lugar sagrado entre los Ents, donde les ofrece una bebida que parece agua, pero que tiene un efecto revitalizante sobre ellos. Los hobbits sienten cómo la bebida «refresca y vigoriza, hasta las puntas mismas de los cabellos». Mientras beben, Bárbol se recuesta y les pide que cuenten su historia, «¡y no os apresuréis!».

A medida que la historia de los hobbits avanza, Bárbol reflexiona sobre la situación actual. Comienza a considerar seriamente la posibilidad de actuar contra Saruman, especialmente después de escuchar sobre la destrucción que este ha causado en los bosques. La idea de la acción parece tomar forma en la mente del viejo Ent, y los hobbits se dan cuenta de que algo grande está a punto de ocurrir.

Finalmente, Bárbol decide llevar a los hobbits a la Cámara de los Ents, un lugar donde los Ents se reúnen para tomar decisiones importantes. Allí, en el Valle Emboscado, los hobbits son testigos de un cónclave único, donde decenas de Ents de diferentes formas y tamaños se congregan para discutir el destino de Isengard. Aunque al principio el proceso es lento y complejo, poco a poco los Ents comienzan a despertar a la realidad de la amenaza que se cierne sobre ellos.

El cónclave culmina con una decisión unánime: los Ents marcharán hacia Isengard para confrontar a Saruman. «¡A Isengard!», gritan los Ents mientras se preparan para la marcha. Los hobbits, aunque pequeños y aparentemente insignificantes, son llevados a la cabeza de la columna por Bárbol, sintiendo la intensidad y la gravedad de la misión que han emprendido.

Mientras marchan, Pippin se da cuenta de la transformación que ha ocurrido en los Ents, quienes ahora parecen una fuerza imparable de la naturaleza. «Los Ents no tardan mucho en decidirse, al fin y al cabo, ¿no te parece?», le dice a Bárbol. El Ent, con una sabiduría profunda, responde: «Tardamos menos de lo que yo había pensado. En verdad no los he visto despiertos como ahora desde hace siglos.»

Bárbol, aunque consciente del peligro que enfrentan, sigue adelante con determinación. «Es bastante verosímil, amigos míos, bastante verosímil que estemos yendo a nuestra perdición: la última marcha de los Ents. Pero si nos quedamos en casa y no hacemos nada, la perdición nos alcanzará de todos modos, tarde o temprano.»

Con estas palabras en mente, los Ents continúan su marcha hacia Isengard, decididos a enfrentarse al poder de Saruman y a defender lo que han jurado proteger: los bosques y la vida misma de la Tierra Media. La historia de su viaje se convertirá en una leyenda, conocida como la última marcha de los Ents, un testimonio de su valentía y su determinación en tiempos de gran peligro.

Análisis, reflexiones y sabiduría de Tolkien en el capítulo

La profunda descripción de Bárbol

«Uno hubiera dicho que había un pozo enorme detrás de los ojos, colmado de siglos de recuerdos y con una larga, lenta y sólida reflexión.»

Pippin describe los ojos de Bárbol como si fuesen ventanas hacia una profundidad inmensa de experiencia y conocimiento, a la sabiduría acumulada de la naturaleza misma.

Como si en sus ojos se reflejara todo lo que ha sucedido en los bosques, desde la creación de los árboles hasta su destrucción a manos de fuerzas externas.

Es una imagen poderosa porque combina lo humano (la capacidad de recordar, de sentir, de reflexionar) con lo arbóreo (la conexión con la tierra, el ciclo de vida de la naturaleza, la paciencia del crecimiento).

En este mundo frenético en el que vivimos, la descripción que Tolkien hace de Bárbol parece detener el tiempo mismo. Merece la pena leerla despacio y disfrutarla sin prisas.

La comparación de los ents con los elfos y los hombres

«Los ents son más como los elfos: menos interesados en sí mismos que los hombres y más dispuestos a entrar en otras cosas. Y sin embargo los ents son también más como los hombres, más cambiantes que los elfos y toman más rápidamente los colores del mundo, podría decirse. O mejor que los dos: pues son más y más capaces de dedicarse a algo durante mucho tiempo.»

Una vez más Tolkien nos ofrece información sobre las distintas razas de la Tierra Media dentro de sus diálogos, y una vez más podemos extraer valiosas lecciones de sabiduría.

Al igual que los elfos, los ents miran más allá de sus propias necesidades: se preocupan profundamente por la naturaleza y se involucran en su cuidado. Esta perspectiva menos egoísta les permite enfocarse en el bienestar del mundo que los rodea, similar a la conexión profunda que los elfos tienen con la naturaleza, el arte o la magia.

A diferencia de los elfos, que son más constantes y menos influenciados por el cambio, los ents son más parecidos a los hombres (destinados a morir) en su capacidad para adaptarse y cambiar con el tiempo. Los ents son sensibles al mundo que los rodea y pueden ser moldeados por su entorno, adoptando «los colores del mundo» más rápidamente que los elfos, que tienden a ser más inmutables.

Pero los ents también tienen cualidades propias: mientras que los hombres pueden ser volubles y los elfos pueden retirarse de los asuntos del mundo, los ents permanecen firmes en su compromiso de proteger la naturaleza con el paso de los siglos.

La traición de Saruman

«Creo entender ahora en qué anda. Está planeando convertirse en un Poder. Tiene una mente de metal y ruedas y no le preocupan las cosas que crecen, excepto cuando puede utilizarlas en el momento. Y ahora está claro que es un malvado traidor.»

La ya conocida corrupción de Saruman sale a la luz una vez más, pero esta vez desde los ojos de Bárbol, que en su día confió en el mago y le contó los secretos del bosque de Fangorn.

Saruman salía al exterior con una máscara cortés y amable, pero en la soledad de la torre de Orthanc maquinaba con oscuras intenciones.

Tal era su habilidad con las palabras que logró manipular y engañar incluso a alguien tan sabio como Bárbol.

Peligrosas son las personas inteligentes que usan su poder para el engaño, pues pueden engañar hasta a los más sabios.

Pero el verdadero sabio es quien usa su poder para proteger y no para imponerse.

La delgada línea entre cautela e inacción

«No tenemos que apresurarnos. Me excité demasiado. Tengo que tranquilizarme y pensar, pues es más fácil gritar ¡basta!, que obligarlos a detenerse.»

Bárbol es muy cuidadoso y reflexivo, lo que le permite tomar decisiones sabias, pero él mismo reconoce que fue perezoso y no reaccionó a tiempo incluso habiendo visto cómo mataban a sus amigos.

«He sido perezoso. He descuidado las cosas. ¡Esto tiene que terminar!»

Durante mucho tiempo, los ents eligieron mantenerse al margen del conflicto hasta que la amenaza no pudo ser ignorada.

Fue el hecho de hablar con Merry y Pippin lo que le hizo ser consciente de la gravedad de la situación, y arrepentirse de no haber reaccionado antes.

Sí, la reflexión y la paciencia son esenciales para tomar decisiones sabias, pero la inacción prolongada puede ser igualmente peligrosa.

Una vez identificado el problema: ni apresurarse, ni paralizarse.

Destruir por placer

«Es la obra de los orcos, esa destrucción por el placer de destruir, de rârum, sin ni siquiera la mala excusa de tener que alimentar las hogueras, lo que nos ha encolerizado de este modo, y la traición de un vecino, de quien esperábamos ayuda.»

La destrucción sin propósito es lo que enfurece tanto a los ents (y también a Tolkien, claramente). Los árboles y la naturaleza son sagrados, y verlos destruidos de manera tan gratuita es una ofensa grave.

El hecho de que Saruman, un vecino de quien esperaban ayuda, se haya aliado con unos seres tan deleznables, despierta la furia del bosque entero.

Integrar esa mirada tolkieniana de la naturaleza me ayudó a ver los árboles de otra forma, y desde entonces disfruto más de los paseos por el campo. Definitivamente existe la verdad en el mito.

Te animo a aprenderte de memoria este pasaje:

«-Uno hubiera dicho que había un pozo enorme detrás de los ojos, colmado de siglos de recuerdos y con una larga, lenta y sólida reflexión; pero en la superficie centelleaba el presente: como el sol que centellea en las hojas exteriores de un árbol enorme, o sobre las ondulaciones de un lago muy profundo. No lo sé, pero parecía algo que crecía de la tierra, o que quizá dormía y era a la vez raíz y hojas, tierra y cielo, y que hubiera despertado de pronto y te examinase con la misma lenta atención que había dedicado a sus propios asuntos interiores durante años interminables.»

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