¿Se han preguntado alguna vez quiénes eran exactamente aquellos hombres salvajes que se aliaron con Saruman? ¿Son en realidad tan malvados como parecen?
A continuación haremos un recorrido por la historia de los dunlendinos, desde sus antepasados en la Primera Edad hasta el fin de la Batalla de Cuernavilla. No sólo descubrirán que nada es lo que parece, sino también la complejidad y profundidad de la maravillosa obra de Tolkien.
PRIMERA EDAD – Los orígenes
Todo comenzó con el despertar de los hombres, al este, muy al este…
“Cuando por primera vez se elevó el Sol, los Hijos Menores de Ilúvatar despertaron en la tierra de Hildórien, en las regiones orientales de la Tierra Media; pero el primer Sol se elevó en el oeste, y los ojos de los hombres se abrieron vueltos hacia allí, y cuando anduvieron por la Tierra, hacia allí fueron casi siempre.”
De los hombres – El Silmarillion
Al ver la primera luz del Sol, los hombres se sintieron atraídos hacia el oeste, buscando algo mejor, una promesa en esa lejana dirección. Sin embargo, no todos fueron capaces de resistir la influencia de Melkor, quien, siempre en busca de corromper lo puro, había tendido su mano oscura sobre los más débiles.
“Corromper o destruir todo lo que pareciese nuevo y hermoso fue siempre el principal deseo de Morgoth; y sin duda esto era lo que se proponía.”
Muchos de los hombres que migraron hacia el oeste lograron llegar a Beleriand, una de las tierras más occidentales de la Tierra Media, donde convivieron en armonía con los Elfos, aprendiendo de su sabiduría y sus artes. Pero este idilio no duraría para siempre, pues Melkor, en su sed de poder, desató una serie de guerras que marcarían para siempre el destino de la Tierra Media. Hombres y Elfos lucharon juntos contra la Oscuridad, hasta que finalmente Melkor fue derrotado en la Guerra de la Cólera. Pero las consecuencias fueron devastadoras: Beleriand, aquella tierra que una vez fue verde y fértil, fue destruida y hundida bajo las aguas, convirtiéndose en un recuerdo.
Aquellos hombres que lucharon contra Melkor, a los que los elfos llamaron “Edain”, fueron recompensados por los Valar, quienes les otorgaron la isla de Númenor y una vida más larga que la de cualquier otro hombre en la Tierra Media. Y así surgió la poderosa raza de los númenóreanos.
Pero mientras los Edain eran recompensados, ¿qué ocurrió con los otros hombres, aquellos que no llegaron a Beleriand y que tampoco cayeron bajo la corrupción de Melkor? Estos pueblos, humildes pastores, vivieron en paz y en comunión con la naturaleza, dispersos por toda la Tierra Media.
Los antepasados de los dunlendinos pertenecían a este grupo de hombres. Ellos no avanzaron hacia el oeste junto a los Edain, sino que se establecieron en los fértiles valles de las Montañas Blancas, en las tierras de Enedwaith y Minhiriath, y en parte del territorio que más tarde sería conocido como Bree.
La historia de los hombres de la Primera Edad es fascinante, pues muchos fueron seducidos por Melkor, mientras que los que migraron al oeste formaron distintas casas, cada una con su propia historia, lengua y cultura. Estas casas se dividieron durante la migración, o se relacionaron entre sí según las circunstancias, y de este entrelazamiento surgió un mundo diverso y complejo.
Los Haladin diferían de los otros Edain en varias cosas. Al parecer su lengua no estaba emparentada con las otras, y eran de talla menor y tenían menos interés en el aprendizaje y el habla, amando en cambio la soledad y el bosque.
Los antepasados de los rohirrim fueron hombres que también detuvieron su migración al oeste, y que permanecieron en las tierras de Rhovanion y cerca del mar de Rhûn. En su mayor parte eran gente alta, de cabellos claros o dorados y ojos grises, pero había unos pocos que tenían cabellos oscuros, aunque todos eran de piel clara.
Todo ello sin contar la influencia de los Drúedain, una tribu independiente de humanos místicos que incluso jugó su pequeño papel en la Guerra del Anillo.
Pero no es momento de detenerse en estos asuntos, pues la historia debe avanzar si queremos conocer de verdad a los dunlendinos y las difíciles circunstancias que tuvieron que soportar.
Así, había confusiones en la aplicación del término númenóreano Hombres Medios. El requisito principal era que sintieran simpatía por el Oeste (por los Elfos y los Númenóreanos), pero en realidad se aplicaba generalmente sólo a los Hombres cuya estatura y apariencia se asemejaban a las de los Númenóreanos, aunque la distinción más importante de «simpatía» no se limitaba históricamente a los pueblos de un tipo racial. Era una marca de todos los tipos de Hombres que descendían de los que habían renunciado a la Sombra de Morgoth y sus sirvientes y viajaron hacia el oeste para huir de ella, e incluía a las dos razas de pequeña estatura, los Drûgs y los Hobbits. Además debe decirse que la «enemistad» por los Númenóreanos y sus aliados no siempre se debía a la Sombra, sino también a la acción de los propios Númenóreanos. Así, muchos de los habitantes de los bosques de las tierras costeras al sur de las Ered Luin, sobre todo de Minhiriath, eran parientes del Pueblo de Haleth, según admitieron los historiadores posteriores; pero se convirtieron en enemigos acérrimos de los Númenóreanos a causa de su trato cruel y la devastación de los bosques, y este odio no se mitigó en sus descendientes, lo que hizo que se unieran a los enemigos de Númenor. En la Tercera Edad, sus descendientes eran conocidos en Rohan como los Dunlendinos.
La Historia de la Tierra Media – J.R.R. Tolkien
SEGUNDA EDAD – La colonización
Con la caída de Melkor y el establecimiento de Númenor en el año 32 de la Segunda Edad, los descendientes de los Edain se elevaron hasta convertirse en una raza poderosa, con conocimientos y artes superiores. Los númenóreanos comenzaron a expandir su influencia por toda la Tierra Media, estableciendo relaciones con los Elfos y trayendo consigo su sabiduría y habilidades.
Mientras tanto, la Tierra Media vivía bajo la sombra de un nuevo mal. Sauron, lugarteniente de Melkor que había logrado escapar al juicio de los Valar, se dedicaba a corromper a los Hombres del Este y del Sur. Muchos de estos pueblos, previamente seducidos por Melkor, no dudaron en unirse a Sauron en su ansia por dominar la Tierra Media.
Sin embargo, no todos los hombres sucumbieron al mal. Algunos, como los Hombres del Norte, antepasados de los rohirrim, se habían establecido en Rhovanion. Y otros, como los Gwathuirim, que más tarde serían los dunlendinos, vivieron en comunidades dispersas en Enedwaith y Minhiriath, aislados y sin un liderazgo central.
Los Gwathuirim habitaban en tierras cubiertas por densos bosques, donde vivían en paz en conexión con la naturaleza. Aunque esta paz no duraría para siempre.
En el año 600 SE, los númenóreanos llegaron a la Tierra Media, desembarcando en Eriador. Al principio, su relación con los hombres de aquella región fue amistosa, y los llamaron «Hombres Medios», mientras que ellos se consideraban a sí mismos los «Hombres Superiores». Pero el deseo de los númenóreanos por expandirse y adquirir más riquezas parecía no tener límite: construyeron el gran puerto de Lond Daer y comenzaron una tala indiscriminada de los bosques de Enedwaith y Minhiriath. Esta devastación fue un golpe brutal para los bosques que los nativos Gwathuirim habían habitado desde tiempos inmemoriales.
Los Gwathuirim lucharon por defender sus hogares, atacando a los colonos númenóreanos. Pero la respuesta de Númenor fue implacable: los colonos los llamaron injustamente «Hombres de la Oscuridad», un término que utilizaban para referirse a los seguidores de Melkor, pues además de sus ataques, tampoco hablaban su lengua. A diferencia de los “Hombres Medios”, a quienes consideraban amigos y aliados, y con quienes podían entenderse.
Los numenoreanos no comprendieron que estos pueblos no tenían lazos con el mal, sino que eran sus propios antepasados, hombres de buen corazón que en su momento se habían separado de los Edain.
Pero la expulsión fue inevitable. Los pueblos indígenas no podían enfrentarse al poder y la tecnología de aquella civilización. Algunos huyeron hacia las montañas de las Tierras Brunas o Dunland, que más tarde se convertirían en los dunlendinos, enemigos acérrimos de los rohirrim.
Otros se refugiaron en las Montañas Blancas, que en un futuro traicionarían a Isildur y se convertirían en los Muertos de El Sagrario.
Y otros se ocultaron en los bosques oscuros de Érin Vorn o migraron hacia las tierras de Bree, donde más tarde se levantaría la aldea del mismo nombre.
Expulsados de sus hogares, el odio y el resentimiento se instalaron en los corazones de aquellos nativos durante generaciones.
Y mientras más poderosos se volvían los númenóreanos, mayor era su codicia y peor el trato que daban a los hombres de la Tierra Media, incluso a aquellos que en el pasado fueron sus amigos.
«No obstante, les pareció a los Númenóreanos durante mucho tiempo que prosperaban, y si no tenían más felicidad eran al menos más fuertes, y los ricos todavía más ricos. (…) Navegaban ahora con fuerzas y pertrechos de guerra a la Tierra Media, y ya no iban llevando regalos, sino como feroces guerreros. Y perseguían a los Hombres de la Tierra Media y les arrebataban los bienes y los esclavizaban, y a muchos los mataban cruelmente en sus altares.»
Akallabêth (La caída de Númenor) – El Silmarillion
La llegada de los númenóreanos a la Tierra Media marcó el inicio de una era de devastación para los pueblos nativos. A medida que Númenor se volvía más oscuro bajo la influencia de Sauron, su relación con los Hombres de la Tierra Media se volvió cada vez más violenta. Los dunlendinos, aunque lucharon por sus tierras, se encontraron cada vez más relegados a zonas inhóspitas.
A finales de la Segunda Edad, Eru Ilúvatar envió a Númenor al fondo del océano. Aunque aquello no iba a ser sinónimo de paz para los dunlendinos.
Los dúnedain, los sobrevivientes de la destrucción de Númenor, fundaron los reinos de Gondor y Arnor, y los dunlendinos se encontraron de nuevo enfrentados a los descendientes de aquellos que habían destruido sus bosques y arrebatado sus hogares.
TERCERA EDAD – Más conflictos
Tras la caída de Númenor, un grupo de fieles a los Valar, liderados por Elendil, junto a sus hijos Isildur y Anárion, escapó a la Tierra Media en una flota de nueve barcos. Fue en este nuevo continente donde fundaron los reinos en el exilio: Arnor al norte y Gondor al sur; repartiéndose las tierras entre ambos reinos.
Las Tierras Brunas, donde habitaban los dunlendinos como un pueblo de pastores y agricultores, pasaron a estar bajo el dominio de Gondor, pero en la práctica la influencia cultural gondoriana nunca los alcanzaba.
Cada vez que los dúnedain, que es como se les llama a los descendientes de Númenor que ahora vivían en la Tierra Media, atacaban los asentamientos de los dunlendinos, éstos respondían duramente impidiendo que los colonizaran de manera permanente, conservando así su lengua y costumbres ancestrales.
Mientras que otros pueblos prenúmenóreanos fueron absorbidos por las poblaciones de Gondor y Arnor, como los habitantes de Bree, los dunlendinos mantuvieron su independencia.
A pesar de su hostilidad hacia los dúnedain, los dunlendinos no eran un pueblo cruel ni agresivo con los visitantes. De hecho, convivieron pacíficamente con los hobbits de la rama de los Fuertes durante siglos, e influenciaron su vocabulario con palabras de origen dunlendino.
Este rasgo en los dunlendinos es fundamental. Eran un pueblo que, pese al rencor que albergaban hacia los dúnedain, mantenían una vida simple, conectada con la tierra y la naturaleza, alejada de las grandes intrigas políticas que moldeaban el resto de la Tierra Media.
Sin embargo, la historia los seguiría arrastrando a un conflicto que no eligieron, enfrentándolos a pueblos más poderosos que los desplazarían de las tierras que consideraban suyas.
El impacto de la Gran Plaga
En el año 1636 TE, una gran peste se extendió desde el este, afectando gravemente a Gondor. El territorio de Calenardhon, que después sería conocido como Rohan, quedó casi despoblado. Los dunlendinos sufrieron menos que otros pueblos debido a su aislamiento, y aprovecharon la situación para comenzar una lenta migración hacia esas tierras fértiles y ricas en pastos. Con la decadencia de Gondor, los dunlendinos dejaron de considerarse súbditos del reino y se establecieron en Calenardhon.
Este evento nos muestra cómo, incluso en tiempos de tragedia, los dunlendinos aprovecharon las circunstancias para buscar nuevas oportunidades. No eran meros espectadores pasivos, sino un pueblo que, en medio del caos, intentaba asegurar su supervivencia. Sin embargo, las tensiones seguirían creciendo.
Algunos de ellos se acercaron a la fortaleza gondoriana de Isengard, que estaba ocupada por una pequeña guarnición liderada por un jefe hereditario de Gondor, el Señor de Isengard. Con el tiempo, los dunlendinos se mezclaron con los gondorianos.
“La enemistad de los ‘salvajes’ Dunlendinos no parecía preocupar demasiado a los Senescales. Otro detalle consistía en que los Senescales conservaban en su poder la Torre de Orthanc y el Anillo de Isengard (Angrenost); las llaves de Orthanc se llevaron a Minas Tirith, la Torre se cerró, y el Anillo de Isengard sólo quedó bajo la custodia de un capitán gondoriano hereditario y su pequeño pueblo.”
La ignorancia de Gondor sobre las posiciones Dunlendinas y el descuido de sus tierras no suponía un problema al principio, pero aquello iba a cambiar tras la Batalla de los Campos de Celebrant.
En esta batalla hubo una alianza inesperada: la de los gondorianos con los Éothéod, liderados por Eorl el joven, quienes juntos se enfrentaron a los Hombres del Este.
La Batalla de los Campos de Celebrant y el nacimiento de Rohan
En la Batalla de los Campos de Celebrant, los gondorianos formaron una alianza con los Éothéod, liderados por Eorl el Joven, para enfrentarse a los hombres invasores del este. Los Éothéod, descendientes de aquellos Hombres que durante la Primera Edad interrumpieron su migración al oeste y no llegaron a Beleriand, se establecieron entre las Montañas Nubladas y el mar de Rhûn. Tras la victoria, el senescal de Gondor otorgó toda la provincia de Calenardhon a Eorl, fundando el reino de Rohan.
“Le dieron nuevo nombre: la Marca de los Jinetes, y se llamaron a sí mismos los Eorlingas; pero en Gondor esta tierra recibió el nombre de Rohan, y a su pueblo llamaron los Rohirrim (esto es, los Señores de los Caballos). De este modo Eorl se convirtió en el primer Rey de la Marca, y eligió como morada una colina verde al pie de las Montañas Blancas, que eran la frontera austral del reino. Allí vivieron los Rohirrim en calidad de hombres libres, regidos por sus propios reyes y leyes, pero en perpetua alianza con Gondor.”
Apéndice A – El Señor de los Anillos
Desde la perspectiva de los dunlendinos, los rohirrim eran invasores, extranjeros que ahora reclamaban las tierras que ellos mismos habían empezado a poblar. El resentimiento creció, y la situación empeoró cuando los reyes de Rohan comenzaron a expulsar a los dunlendinos de sus tierras, rememorando las antiguas ofensas númenóreanas.
«Durante el reinado de Brego y Aldor los Dunlendinos fueron desalojados otra vez y expulsados más allá del Isen, y se estableció una defensa en los Vados del Isen.»
Apéndice A – El Señor de los Anillos
Peor aún, el Rey Aldor «había lanzado incluso incursiones por sus tierras en Enedwaith a modo de represalia.»
Esta expulsión jamás fue olvidada por los dunlendinos, quienes desde entonces juraron odio eterno a los rohirrim. La historia que sigue es una de venganza acumulada, alimentada por las injusticias percibidas y reales que este pueblo había soportado a lo largo de los siglos.
«Los Rohirrim se ganaron el odio de los Dunlendinos, que no se apaciguó hasta el retorno del Rey. Toda vez que los Rohirrim estaban debilitados o en dificultades, los Dunlendinos renovaban sus ataques.»
Apéndice A – El Señor de los Anillos
La Guerra de los Rohirrim
Expulsados de Calenardhon, los dunlendinos encontraron refugio en Isengard, donde algunos de ellos ya habían formado lazos amistosos con los gondorianos. Allí, ocupaban el Anillo de Isengard, aunque la torre de Orthanc permanecía cerrada.
Pero «Después de haber sido admitidos allí como amigos, se apoderaron del Anillo de Isengard, matando a los pocos sobrevivientes que no estaban dispuestos (como lo estaba la mayoría) a mezclarse con el pueblo dunlendino.»
Parecía que por vez primera el pueblo dunlendino cometía un acto de traición y conquista, probablemente como resultado del odio profundo que los dunlendinos habían acumulado a lo largo de los siglos.
Pero en algunas áreas fronterizas de Rohan, como las que estaban a los lados del río Adorn, los dos pueblos se mezclaron en paz. Allí vivía un terrateniente de cabello oscuro llamado Freca, un rohirrim que tenía sangre dunlendina. Freca construyó una fortaleza en la fuente del Adorn, obteniendo riqueza y poder, mientras prestaba poca atención al rey, a pesar de que Helm lo convocaba a asistir a sus consejos.
Cuando Freca intentó forzar un matrimonio entre su hijo Wulf y la hija del rey Helm Mano de Hierro, Helm le dio un puñetazo con tanta fuerza que Freca murió en ese mismo momento. Wulf, declarado enemigo del rey, huyó entonces a las Tierras Brunas, donde acumuló poder y se alió con los enemigos de Rohan y Gondor.
En el año 2758 TE, cuando los ejércitos de Rohan estaban distraídos en el este, Wulf y sus aliados invadieron Rohan desde el oeste, devastando las fuerzas de Helm en los Vados del Isen. Wulf tomó Edoras y se instaló en Meduseld llamándose rey. El rey Helm se vio obligado a refugiarse en lo que hoy conocemos como la fortaleza de Cuernavilla, en el Abismo de Helm, y allí murió durante el Largo Invierno.
En la primavera, Helm fue vengado por su sobrino Fréaláf, quien lideró un pequeño grupo hasta Edoras, matando a Wulf y expulsando a los dunlendinos, incluso de la fortaleza de Isengard.
Con el tiempo, muchos dunlendinos se trasladaron al Folde Occidental de Rohan, aunque una gran parte de ellos permaneció en las tierras entre los ríos Isen y Adorn, donde su lealtad hacia Edoras era dudosa.
El papel de Saruman
Justamente en la coronación de Fréaláf apareció Saruman, portando regalos y hablando con grandes halagos del valor de los rohirrim. Todos lo consideraron un huésped merecedor de la mejor de las bienvenidas.
Poco después, Saruman se estableció en Isengard, autorizado por Beren, Senescal de Gondor. Saruman, quien hasta entonces había sido considerado un aliado de los hombres libres, comenzó a actuar con otros propósitos, que pocos comprendían al principio.
«De este modo Saruman empezó a comportarse como señor de los Hombres; porque al principio habitó en Isengard como teniente del Senescal y guardián de la torre. Pero a Fréaláf esto lo complacía tanto como a Beren, y le alegraba que Isengard estuviera en manos de un amigo capaz.»
Apéndice A – El Señor de los Anillos
Saruman, siempre astuto, vio la oportunidad de usar el odio y las rivalidades ancestrales de los hombres a su favor. Comenzó a reclutar dunlendinos y a cruzar Hombres con Orcos, creando sus propias criaturas monstruosas para sus oscuros fines.
Los dunlendinos, quienes habían odiado a los orcos durante generaciones, fueron fácilmente engañados por Sáruman y tristemente acabaron luchando junto a aquellas criaturas que sus antepasados siempre habían rechazado.
Mientras tanto, Gríma Lengua de Serpiente manipulaba al rey Théoden y los guerreros rohirrim estaban en su mayoría ausentes, lo que permitió a los dunlendinos saquear con facilidad las aldeas y asentamientos de Rohan.
La guerra había empezado, y los orcos de Saruman, reforzados por los dunlendinos y dos batallones de Úruk-hai, y mataron al príncipe Zéodred, hijo del rey Zéoden, en la Primera Batalla de los Vados de Ísen.
La Batalla de Cuernavilla
Los dunlendinos jugaron un papel crucial en la Batalla del Abismo de Helm, donde lucharon junto a los Uruk-hai de Saruman y los Semiorcos.
Es buen momento para rescatar una conversación del capítulo El Abismo de Helm, donde Gamelin el Viejo dijo estas palabras a Aragorn y Eomer durante la batalla de Cuernavilla:
-Sin embargo hay muchos que gritan en la lengua de las Tierras Brunas -dijo Gamelin-. Yo la conozco. Es una antigua lengua de los hombres y en otros tiempos se hablaba en muchos de los valles occidentales de la Marca. ¡Escucha! Nos odian y están contentos; pues nuestra perdición les parece segura. «¡El rey, el rey!», gritan. «¡Capturaremos al rey! ¡Muerte para los Forgoil! ¡Muerte para los Cabeza-de-Paja! ¡Muerte para los ladrones del Norte!» Esos son los nombres que nos dan. No han olvidado en medio milenio la ofensa que les infligieran los señores de Gondor al otorgar la Marca a Eorl el joven y aliarse con él. Este antiguo odio ha inflamado a Saruman. Y son feroces cuando se excitan. No los detendrán las luces del alba ni las sombras del crepúsculo, hasta que hayan tomado prisionero a Théoden, o ellos mismos hayan sucumbido.
El Señor de los Anillos – Las dos torres
La batalla terminó, y tras la derrota de Saruman en el Abismo de Helm, los dunlendinos fueron perdonados por los rohirrim.
En el capítulo siguiente, llamado “El camino a Isengard”, leemos lo siguiente:
Ni un solo orco había quedado con vida; y los cadáveres eran incontables. Pero muchos de los montañeses se habían rendido, aterrorizados, y pedían clemencia.
Los hombres de la Marca los despojaron de las armas y los pusieron a trabajar.
-Ayudad ahora a reparar el mal del que habéis sido cómplices -les dijo Erkenbrand-; más tarde prestaréis juramento de que no volveréis a cruzar en armas los Vados del Isen, ni a aliaros con los enemigos de los hombres: entonces quedaréis en libertad de volver a vuestro país. Pues habéis sido engañados por Saruman. Muchos de los vuestros no han conocido otra recompensa que la muerte por haber confiado en él; pero si hubierais sido los vencedores, tampoco sería más generosa vuestra paga.
Los hombres de las Tierras Brunas escuchaban estupefactos, pues Saruman les había dicho que los hombres de Rohan eran crueles y quemaban vivos a los prisioneros.
El Señor de los Anillos – Las dos torres
A pesar de todo, parte de los dunlendinos permanecieron bajo la influencia de Saruman hasta el final, llegando a ocupar la Comarca a la fuerza, hasta que los hobbits les plantaron cara en la Batalla de Delagua, tras la destrucción del Anillo Único.
Finalmente, tras la coronación de Aragorn, Éomer fue nombrado Rey de la Marca, y se dijo que “en los días de Éomer, los hombres que lo deseaban tenían paz en la Marca.”
EN DEFINITIVA
En definitiva, los dunlendinos son descendientes de un pueblo prenumenoreano, que hostigado constantemente por otras civilizaciones más fuertes, fue acumulando irremediablemente un odio ancestral que fue utilizado en su contra.
Un pueblo con el resulta fácil empatizar, pues en sus orígenes no fue un pueblo hostil, tan solo se defendió de aquellos que amenazaron sus hogares.
Terminaré esta historia con una frase que Tolkien escribió en su carta número 100 a su hijo Christopher:
“No conozco nada sobre el imperialismo británico o americano en el Lejano Oriente que no me llene de dolor y repugnancia”.
UNA REFLEXIÓN FINAL
Llegados a este punto me gustaría terminar con una reflexión en forma de pregunta, y también escuchar sus opiniones:
¿Deberían los pueblos indígenas estar agradecidos con aquellos hombres que sí se enfrentaron al mal de Melkor en la Primera Edad? ¿Acaso Melkor no habría terminado arrastrándolos a la Oscuridad por mucho que quisieran pasar desapercibidos? ¿Es suficiente con mantenerse al margen, o existe una obligación moral de luchar por el bien?
