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El caballero blanco (Las dos torres)

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EL-CABALLERO-BLANCO-LAS-DOS-TORRES

Resumen

Después de haber pasado la noche acampados en los lindes del bosque de Fangorn, los Tres Cazadores comenzaron el día buscando rastros de los hobbits desaparecidos.

El frío de la madrugada calaba hasta los huesos de Gimli, que se quejaba, batiendo los brazos y golpeando los pies contra el suelo. Al alba, los compañeros habían desayunado como pudieron; ahora, a la luz creciente, se preparaban para examinar el suelo otra vez en busca de los rastros de Merry y Pippin.

Mientras rastreaban el terreno, Gimli expresaba su desconfianza hacia la extraña figura de un anciano que habían visto la noche anterior. Estaba deseando ver la huella de una bota, lo que le habría hecho sentir más seguro, pues «un viejo con pies que dejan huellas no será sino lo que parece».

Aragorn, con su habitual agudeza, intentaba comprender el comportamiento de los caballos que huyeron la noche anterior, pues no creía que hubiera sido el miedo lo que los espantó. Legolas había notado que los caballos no le parecieron asustados, sino más bien parecía que hubieran encontrado un amigo después de mucho tiempo.

A medida que avanzaban en su búsqueda, Aragorn descubrió algo significativo: una hoja rota de mallorn, pálida y de desvaído color dorado, que les proporcionaba una pista importante sobre el paradero de los hobbits. Esta hoja, con unas pequeñas migas de pan encima, sugería que al menos uno de ellos había logrado escapar de los orcos. Cerca, Gimli encontró un cuchillo de orco.

Legolas reflexionaba sobre lo extraño de la situación: un prisionero atado que consigue eludir a los orcos, se detiene en un lugar descubierto a cortar sus ataduras con un cuchillo de orco y se sienta a comer tranquilamente. La situación, aunque enigmática, parecía indicar la presencia de un hobbit, pues la hoja de mallorn, el tipo de árbol que habita en Lothlórien, era una pista inequívoca.

Aragorn, confiando en sus habilidades de montaraz, dedujo que uno de los hobbits estaba libre antes de llegar al lugar donde se encontraban ahora. Observando las marcas en la hierba y las huellas, concluyó que el prisionero era un hobbit y que había tenido las manos libres antes de llegar allí. También notó que se había vertido sangre de orco en ese lugar, lo que sugería que había habido una lucha.

A medida que avanzaban, encontraron más huellas, esta vez cerca del Entaguas, confirmando que los hobbits estuvieron allí hace dos días. Gimli, preocupado por la falta de provisiones, cuestionaba qué debían hacer si no encontraban pronto a los hobbits. Aragorn, decidido a seguir buscando, afirmó que debían continuar, pues aunque la esperanza fuera escasa, no podían abandonar la búsqueda.

Llegaron finalmente a una colina, donde observaron una pared de piedra con toscos escalones que llevaban a una elevada saliente. Unos rayos de sol caían a través de las nubes rápidas, y el bosque parecía menos gris y triste.

Legolas, con su aguda percepción, se detuvo en los límites del bosque, inclinándose hacia adelante como si escuchara y espiara las sombras con los ojos muy abiertos. Algo inusual captó su atención, una figura que se movía entre los árboles. Era un viejo encapuchado que avanzaba con dificultad, apoyado en una vara tosca.

Gimli, siempre dispuesto a luchar, instó a Legolas a preparar su arco, apostando a que se trataba de Saruman. Sin embargo, Aragorn pidió a Gimli y Legolas que esperaran antes de actuar.

El viejo, con una voz dulce, habló a los compañeros, revelando poco a poco su verdadera identidad. Se trataba de Gandalf, el mago que todos creían perdido en Moria. La revelación fue asombrosa, y los compañeros quedaron estupefactos al darse cuenta de que su amigo había regresado, pero transformado. Gandalf, ahora vestido de blanco, explicó que había pasado por el fuego y el agua, y que había regresado más poderoso que antes.

Los compañeros, felices de ver a Gandalf, se sentaron a escucharlo mientras él relataba su lucha contra el Balrog. Gandalf contó cómo había caído en la oscuridad con su enemigo, luchando en las profundidades de la tierra hasta que finalmente lo derrotó en la cima del Celebdil. Después de esta dura prueba, Gwaihir, el Señor de los Vientos, lo había rescatado y llevado a Lothlórien, donde fue curado y vestido de blanco.

Gandalf también les reveló la situación actual de la guerra y les informó que Merry y Pippin estaban con Bárbol, el más viejo de los ents, en Fangorn. Lo sabía no porque los hubiese visto personalmente, sino porque el águila se lo dijo. Les explicó que la llegada de los hobbits había desencadenado eventos que pronto conducirían a un levantamiento de los ents contra Saruman. La larga y lenta cólera de Fangorn estaba desbordando y comunicándose a todo el bosque, y algo que no se había visto desde los Días Antiguos estaba a punto de ocurrir: los ents se despertarían y descubrirían su fuerza.

Aragorn, preocupado por su misión, preguntó a Gandalf qué debían hacer ahora. Gandalf les instó a dirigirse a Edoras, la morada de Théoden, Rey de Rohan, pues una gran batalla se avecinaba allí. Gandalf les recordó que la luz de Andúril debía descubrirse en la batalla, y que la continuación de su viaje estaba señalada por la palabra que Aragorn había dado.

Finalmente, el grupo se preparó para partir. Gandalf silbó tres veces, y pronto apareció Sombragris, el jefe de los Mearas, seguido de otros caballos. Gandalf montó en Sombragris, y junto con los demás, se dirigió hacia Rohan, donde se libraría la próxima gran batalla de la Guerra del Anillo.

Este capítulo marcó el regreso triunfal de Gandalf, ahora más poderoso que antes, y estableció el camino a seguir para los héroes mientras la guerra contra Sauron y Saruman se intensificaba. La esperanza había renacido, pero la amenaza del enemigo seguía siendo inmensa, y la misión de destruir el Anillo continuaba siendo una carrera contra el tiempo.

Análisis, reflexiones y sabiduría de Tolkien en el capítulo

1. Aragorn y su búsqueda de redención

El capítulo comienza con un Aragorn demostrando sus extraordinarias habilidades como montaraz, capaz de rastrear hasta las huellas más sutiles de los hobbits.

Pero más allá de sus capacidades técnicas, lo que notamos especialmente es una insistencia en seguir adelante, incluso si todo lo que pueden hacer es encontrar a los hobbits y morir de hambre con ellos.

Cuando se adentraron en Fangorn, Gimli dijo, desesperado:

«No podemos perseguirlos todo a lo largo de Fangorn. No tenemos bastantes provisiones. Si no los encontramos pronto, no podremos ayudarlos mucho, excepto sentarnos con ellos y mostrarles nuestra amistad y morirnos juntos de hambre.

-Si en verdad eso es todo lo que podemos hacer, tenemos que hacerlo -dijo Aragorn-. Sigamos.»

La actitud de Aragorn revela una fidelidad absoluta hacia sus amigos y personas a su cargo

Al fin y al cabo fue su indecisión y falta de liderazgo lo que provocó la disolución de la Comunidad después de abandonar Lothlórien.

Parece que la única manera de redimirse y recuperar la paz interior es salvando a Merry y Pippin, y es algo que se percibe a lo largo de todo el capítulo, hasta que Gandalf logra tranquilizarlo.

2. La impulsividad de Gimli frente a la paciencia de Legolas y Aragorn

En este capítulo, la impulsividad de Gimli contrasta claramente con la paciencia y sabiduría de Legolas y Aragorn.

Cuando se encuentran con el misterioso anciano, Gimli está dispuesto a atacar inmediatamente, movido por el miedo y la duda, pero Legolas y Aragorn muestran mayor prudencia y prefieren observar y esperar antes de actuar.

«No podemos tirar así sobre un viejo, de improviso y sin provocación, aun dominados por el miedo y la duda. ¡Mira y espera!»

Parece que esta decisión, aunque arriesgada, resulta ser la más sabia.

3. Gandalf habla de Boromir

«¡Pobre Boromir! No pude ver qué le ocurrió. Fue una dura prueba para un hombre como él, un guerrero y señor de los hombres. Galadriel me dijo que estaba en peligro. Pero consiguió escapar de algún modo. Me alegro. No fue en vano que los hobbits jóvenes vinieran con nosotros, al menos para Boromir.»

Cuando Gandalf dice que Boromir «consiguió escapar», se está refiriendo a un «escape» no en el sentido físico, sino espiritual.

Boromir, que cayó bajo la influencia del Anillo, logró finalmente redimirse y salvar su alma defendiendo a los hobbits.

Es significativo el comentario de Gandalf cuando añade que la presencia de Merry y Pippin no fue en vano, al menos para Boromir, pues fueron los hobbits los que, sin saberlo, le brindaron la oportunidad de redimirse.

4. El papel de Merry y Pippin en la historia

Sin pretensiones, Merry y Pippin desempeñan papeles cruciales en la historia, a menudo desencadenando acontecimientos significativos sin siquiera ser conscientes.

Lo único que sabemos es que siempre actúan guiados por la bondad y lealtad de sus corazones, siguiendo a Frodo hacia el peligro. Y parece que eso es suficiente para que las cosas se desarrollen en favor del bien.

En este caso, Merry y Pippin despiertan a Bárbol al traerle noticias de forma desinteresada, desencadenando así una serie de eventos que cambiarán el curso de la historia.

A diferencia de la película, en el libro los hobbits no tienen que insistir a los ents para que marchen a la guerra.

Tolkien nos muestra cómo los pequeños actos inocentes pero impulsados por la bondad, terminan teniendo un profundo impacto en la lucha entre el bien y el mal.

5. La «sabiduría insensata» de Sauron y la falsa alianza con Isengard

«Imaginando la guerra, la ha desencadenado, creyendo ya que no hay tiempo que perder, pues quien primero golpea, si golpea con bastante fuerza, quizá no tenga que golpear de nuevo. Ha puesto pues en movimiento, y más pronto de lo que pensaba, las fuerzas que estaba preparando desde hace mucho. Sabiduría insensata: si hubiera aplicado todo el poder de que dispone a guardar Mordor, de modo que nadie pudiese entrar, y se hubiera dedicado por entero a la caza del Anillo, entonces en verdad toda esperanza sería inútil»

Gandalf describe las decisiones de Sauron como «sabiduría insensata», pues se enfoca en la amenaza militar visible pero ignora el verdadero peligro del Anillo dirigiéndose al Monte del Destino.

Aunque Mordor se alía con Isengard, es una alianza basada en la codicia y la desconfianza, lo que la hace inherentemente débil.

Saruman, cegado por su ambición de poder, busca el Anillo para sí mismo, demostrando que la codicia y el ansia de poder hacen imposible cualquier alianza verdadera.

Esta falta de unidad entre las fuerzas del mal es, en última instancia, lo que lleva a su autodestrucción.

6. La ceguera de Saruman frente a la realidad

«No piensa sino en el Anillo. ¿Estaba presente en la batalla? ¿Fue encontrado? ¿Y qué pasaría si Théoden, el Señor de la Marca, tropieza con el Anillo y se entera del poder que se le atribuye? Ve todos esos peligros y ha vuelto de prisa a Isengard a redoblar y triplicar el asalto a Rohan. Y durante todo ese tiempo hay otro peligro, que él no ve, dominado como está por tantos pensamientos. Ha olvidado a Bárbol.»

Gandalf señala que Saruman «no tenía ningún conocimiento del bosque», lo cual no es del todo cierto en términos literales, ya que Saruman conocía los secretos de Fangorn que Bárbol le había contado en el pasado.

Sin embargo, Gandalf se refiere a que Saruman, cegado por su ansia de poder, no se ha tomado el tiempo para comprender realmente la esencia y el espíritu del bosque, ni cómo este podría reaccionar ante las amenazas.

Su obsesión con el Anillo le impide prever la ira de Bárbol, que eventualmente lo llevará a la perdición.

Más allá de la conocida lección de que el poder corrompe, aquí hay una enseñanza adicional en términos de estrategia: cuando alguien se enfoca de manera obsesiva en un objetivo muy concreto, pierde la capacidad de ver el panorama completo.

Una visión demasiado estrecha puede llevar a ignorar otros factores importantes, lo que conduce a la ignorancia y, como le ocurrió a Saruman, a la caída.

Es necesario no perder de vista una perspectiva amplia para evitar que la obsesión por un solo objetivo nos ciegue ante el conjunto de la realidad.

7. La reflexión sobre el peligro y la bondad

«-¡Peligroso! -exclamó Gandalf-. Y yo también lo soy, muy peligroso, más peligroso que cualquier otra cosa que hayáis encontrado hasta ahora, a menos que os lleven vivos a la residencia del Señor Oscuro. Y Aragorn es peligroso y Legolas es peligroso. Estás rodeado de peligros, Gimli hijo de Glóin, pues tú también eres peligroso, a tu manera. En verdad el bosque de Fangorn es peligroso y más aún para aquellos que en seguida echan mano al hacha; y Fangorn mismo, él también es peligroso; aunque sabio y bueno.»

El peligro no implica maldad; uno puede ser peligroso y al mismo tiempo actuar con justicia y bondad.

No es malo ser peligroso, pero sí lo es ser inofensivo.

8. La lucha de Gandalf contra el Ojo de Mordor

Echen un vistazo a la Carta 156, en la que Tolkien responde a uno de sus críticos sobre este episodio y explica el profundo significado de Gandalf y su regreso.

«El enemigo estuvo muy cerca de descubrirlo, pero el Anillo escapó. Tuve en eso alguna parte, pues yo residía entonces en un sitio alto y luché con la Torre Oscura y la Sombra pasó. Luego me sentí cansado, muy cansado, y marché mucho tiempo hundido en pensamientos sombríos.»

¿A qué se refiere Gandalf cuando menciona que residía en un sitio alto y luchó con la Torre Oscura?

Está hablando de un momento crucial al final de La Comunidad del Anillo, pero que pasa inadvertido en un primer momento, fruto de la magnífica sutileza de Tolkien.

En ese momento, Frodo, después de huir de Boromir y con el Anillo puesto en el dedo, percibe la presencia del Ojo de Mordor, que lo buscaba.

En este momento también percibe la fuerza de Gandalf, que lucha con él:

«Y entonces sintió el Ojo. Había un ojo en la Torre Oscura, un ojo que no dormía, y ese ojo no ignoraba que él estaba mirándolo. Había allí una voluntad feroz y decidida y de pronto saltó hacia él. Frodo la sintió casi como un dedo que lo buscaba y que en seguida lo encontraría, aplastándolo.

Luego como un relámpago venido de algún otro extremo de poder se le presentó un nuevo pensamiento: ¡Sácatelo! ¡Sácatelo! ¡Insensato, sácatelo! ¡Sácate el Anillo!

Los dos poderes lucharon en él. Durante un momento, en perfecto equilibrio entre dos puntas afiladas, Frodo se retorció atormentado. De súbito tuvo de nuevo conciencia de sí mismo: Frodo, ni la Voz ni el Ojo libre de elegir y disponiendo apenas de un instante. Se sacó el Anillo del dedo.»

La decisión final (no publicada) de Tolkien parece haber sido que Gandalf encontrara una colina alta en Fangorn, y pasara su tiempo allí hasta que Aragorn, Legolas y Gimli llegaran allí y él se uniera a ellos.

Les animo a aprenderse de memoria este pasaje:

«Yo estaba solo allí, olvidado, sin posibilidad de escapar en aquella dura cima del mundo. Allí me quedé, tendido de espaldas, mirando el cielo mientras las estrellas giraban encima y los días parecían más largos que la vida entera de la tierra. Débiles llegaban a mis oídos los rumores de todas las tierras: la germinación y la muerte, las canciones y los llantos, y el lento y sempiterno gruñido de las piedras sobrecargadas.»

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