Saltar al contenido

El rey del Castillo de Oro (Las dos torres)

Leer el capítulo (pdf)

EL-REY-DEL-CASTILLO-DE-ORO-LAS-DOS-TORRES

Resumen

Después de una larga y agotadora cabalgata durante la puesta de sol, el crepúsculo y la noche que caía, los compañeros finalmente se detuvieron. Aragorn, Gimli y Legolas, aunque resistentes, se sentían fatigados, pero Gandalf, imperturbable, solo les permitió descansar unas pocas horas. Mientras los demás dormían o se tendían en el suelo, Gandalf permaneció de pie, vigilando la oscuridad que los rodeaba. Cuando el grupo se puso nuevamente en marcha, las largas horas de viaje comenzaron a pesarles, especialmente a Gimli, quien casi se desplomaba de no ser por la intervención de Gandalf.

La mañana llegó lentamente, y con ella, la claridad que reveló las montañas del Sur frente a ellos. A medida que avanzaban, Sombragris, el majestuoso caballo de Gandalf, se detuvo y relinchó, señalando la dirección hacia la que debían mirar. Ante sus ojos, las montañas se alzaban imponentes, con sus cimas coronadas de nieve y laderas oscuras. En el corazón de esas montañas, una colina solitaria se erguía, coronada por un castillo que reflejaba los primeros rayos dorados del sol.

Legolas, con su aguda vista élfica, describió lo que veía: una corriente blanca descendía desde las nieves hacia un valle, y sobre una colina verde, rodeada por un foso y una muralla, se alzaba un castillo dorado, Meduseld, la morada del Rey Théoden en la ciudad de Edoras. Gandalf confirmó la identificación y les advirtió que debían proceder con cautela, ya que la guerra se había desatado y los Rohirrim no estaban tan desprevenidos como podrían parecer.

Al llegar a las puertas de Edoras, los viajeros fueron recibidos por guardias que, aunque sorprendidos por su aparición, no fueron amables y miraron con desconfianza a Gandalf. Tras un breve intercambio, donde Gandalf reveló su identidad y la de sus compañeros, el grupo fue admitido, pero con la condición de que dejaran sus armas antes de entrar al castillo. Aragorn, reacio a separarse de Andúril, finalmente cedió ante la insistencia de Gandalf, quien consideró vano resistir las reglas de Théoden en su propia casa.

Dentro del gran salón de Meduseld, los viajeros avanzaron hasta encontrarse con Théoden, un rey que parecía encorvado y debilitado por la edad y la desesperanza. A su lado, se encontraba Gríma, apodado Lengua de Serpiente, un consejero de apariencia siniestra que había influenciado negativamente al rey, sumiéndolo en una profunda desesperanza.

Gandalf, tomando la iniciativa, saludó al rey y le habló sobre la inminente tormenta que se acercaba, advirtiéndole que los amigos debían unirse o enfrentar la destrucción. Théoden, sin embargo, respondió con amargura, acusando a Gandalf de ser portador de malas noticias y recordando con desdén el momento en que había permitido que Sombragris fuera entregado al mago.

Gríma, con su lengua afilada, intervino, sugiriendo que Gandalf era un aprovechador que solo traía desgracias y que su presencia no auguraba nada bueno. Pero Gandalf, despojado de su manto de viajero, se alzó poderoso y reveló su verdadero poder, silenciando a Gríma con palabras llenas de autoridad y una demostración de fuerza que oscureció la sala.

Ante esta demostración, Gandalf se dirigió directamente a Théoden, instándolo a salir del castillo y ver con sus propios ojos que el mundo exterior no era tan oscuro como Gríma le había hecho creer. Théoden, con la ayuda de Gandalf, se levantó lentamente, y juntos salieron a la terraza del castillo, donde el aire fresco y la luz del día le devolvieron parte de su antigua fuerza.

Afuera, bajo la influencia de Gandalf, Théoden comenzó a recuperar la esperanza y la energía que Gríma le había robado. La vara negra que usaba para apoyarse cayó de sus manos, y el rey, erguido y rejuvenecido, contempló sus tierras con ojos despejados, dándose cuenta de que aún quedaba mucho por hacer.

Gandalf, viendo el cambio en Théoden, le aconsejó que llamara a Eomer, quien había sido injustamente encarcelado por desafiar las órdenes influenciadas por Gríma. Cuando Eomer fue traído ante él, Théoden le devolvió su espada, y con ella, la dignidad y el lugar que le correspondía como líder de los Rohirrim.

Théoden, ahora lleno de nueva determinación, ordenó la movilización de sus hombres para enfrentarse a la amenaza de Saruman en Isengard. Gríma, al verse descubierto y sin aliados, trató de manipular la situación para salvarse, pero finalmente fue desenmascarado por Gandalf, quien lo acusó de traición y lo obligó a elegir entre unirse a la guerra o partir al exilio.

Desesperado, Gríma optó por el exilio, pero no antes de escupir a los pies del rey en un último acto de desafío. Théoden, sin inmutarse, ordenó que Gríma recibiera un caballo y lo dejaran partir. Luego, el rey se volvió hacia sus hombres y a sus invitados, agradeciendo a Gandalf por su intervención y ofreciendo su hospitalidad antes de la inminente partida hacia la batalla.

Gandalf, en un gesto de amistad y reconocimiento mutuo, pidió a Sombragris como su montura, lo que Théoden le concedió de buen grado, sabiendo que el caballo había elegido a Gandalf como su jinete. Los demás compañeros también fueron equipados con armaduras y armas de la armería de Théoden, preparándose para la batalla que se avecinaba.

Con el ejército reunido y listo para partir, Théoden nombró a Eowyn, su sobrina, como regente de Edoras en su ausencia, confiándole la protección de su pueblo. Eowyn, aunque preocupada por el destino de su tío y de Aragorn, aceptó la responsabilidad con valor, despidiéndose de ellos con palabras de ánimo.

Finalmente, Théoden, junto con Gandalf, Aragorn, Legolas, Gimli y Eomer, partió a la cabeza de su ejército, cabalgando hacia el oeste para enfrentar a Saruman. La última hueste de Rohan, liderada por un rey que había recobrado su espíritu y guiada por el sabio Gandalf, avanzó con la esperanza de que aún quedara una oportunidad para la victoria en la guerra que se avecinaba.

Eowyn, desde lo alto de las escaleras de Meduseld, observó cómo el ejército se alejaba, con la mirada fija en Aragorn, deseando en su corazón que regresaran con vida, sabiendo que el destino de su pueblo dependía de la valentía de esos hombres.

Análisis, reflexiones y sabiduría de Tolkien en el capítulo

Es natural que en cualquier adaptación cinematográfica existan diferencias respecto al material original, pues resulta imposible abarcar cada detalle y está bien que así sea.

No obstante, en este análisis no me centraré en las diferencias superficiales, mas bien profundizaré en los aspectos que en mi opinión afectan realmente al mensaje que Tolkien quiso transmitir en este episodio.

La liberación de Théoden

En las películas de Peter Jackson, la escena de la liberación de Théoden toma la forma de un exorcismo dramático.

Gandalf, poderoso, expulsa a Saruman con un despliegue de magia visual, pero en el libro el enfoque es diferente, es mucho más sutil: Théoden no está poseído como tal, pero sí debilitado tanto física como mentalmente, debido a la astuta manipulación de Grima Lengua de Serpiente.

Los Cuentos Inconclusos sugieren que Théoden podría haber sido envenenado sutilmente por Grima a lo largo de los años, lo que agravó su debilidad física y aumentó su dependencia.

Cuando Gandalf llega a Edoras, la escena del libro no se desarrolla como un espectáculo de magia explosiva. Al contrario: es sutil y calculada.

Gandalf utiliza su vara, sí, pero no para realizar un exorcismo. Lo que hace es provocar un relámpago para que reine el silencio, abrir una ventana y dejar entrar la luz del sol.

Y más importante que la magia es el poder de sus palabras:

Gandalf no impone su voluntad, le da a Théoden la opción de escuchar, la opción de decidir. Este detalle aunque aparentemente pequeño, lo cambia todo, pues el rey no es liberado mediante un hechizo, sino que es él mismo quien decide levantarse.

Esta es la verdadera magia de Gandalf.

No domina a otros, sino que les da la posibilidad de redimirse y retomar el control de sus vidas. La liberación de Théoden es una elección personal, un despertar de su voluntad.

Aquí entra en juego Narya, el anillo que porta Gandalf. Aunque su poder no se manifiesta de manera visible, su influencia es innegable.

Narya tiene la capacidad de inspirar esperanza, de encender la llama interior en los corazones de los hombres.

No es casualidad que Théoden recupere su fuerza tras el encuentro con Gandalf.

En defensa de Peter Jackson

Más allá del espectáculo visual que se exige en una producción cinematográfica de este calibre, Peter Jackson no iba desencaminado a pesar de todo.

Si bien el enfrentamiento directo entre Gandalf el Blanco y Saruman mediante un exorcismo no es fiel al libro, se trata de una licencia creativa que en realidad no desencaja del todo.

En el libro, aunque la magia de Saruman no se manifiesta de forma tan evidente, en los Apéndices de El Señor de los Anillos se menciona claramente que Théoden empezó a declinar hechizado por Saruman.

Recordemos lo que decía Tolkien en la Carta 156:

Tiene todavía la obligación de ocultar su poder y de enseñar antes que forzar o dominar las voluntades, pero donde los poderes físicos del Enemigo son demasiado para que la buena voluntad de los oponentes resulte eficaz, puede, en una emergencia, actuar como un «ángel»

En los Apéndices de El Señor de los Anillos se dice claramente que Théoden estaba bajo un hechizo de Saruman (un Istar poderoso como Gandalf) además de la influencia manipuladora de Grima.

Así que, en efecto, hay un componente mágico en la situación, lo que justifica el uso de una magia más poderosa como vemos en la película.

El estado de salud de Théoden

¿Cuál era exactamente el estado de salud del rey Théoden? ¿Podía valerse por sí mismo?

En la película de Peter Jackson, Théoden aparece como un anciano senil y parece incapacitado para tomar cualquier decisión por sí mismo.

Personalmente creo que esto plantea un problema de credibilidad. ¿Cómo es posible que sus familiares, amigos cercanos o incluso los miembros de su corte no intervinieran ante una manipulación tan descarada y la evidente incapacidad del rey?

En el libro la cosa cambia.

Théoden está enfermo, pero no completamente incapacitado. Aunque debilitado, conserva la capacidad de hablar, razonar y tomar sus propias decisiones, aunque estén distorsionadas por la manipulación constante de su consejero.

Su debilidad es evidente, pero no llega a los extremos de senilidad que muestra en la película.

Esto le otorga una mayor agencia, ya que aunque manipulado, sigue siendo un rey que conserva su autoridad.

La diferencia clave entre el libro y la película radica, por tanto, en el grado de la incapacitación del rey.

En la película Théoden parece completamente perdido, lo que lleva a una intervención mucho más directa y mágica por parte de Gandalf.

En el libro, en cambio, aunque debilitado, Théoden todavía conserva algo de control sobre su reino, lo que hace que su liberación no sea tanto una cuestión de exorcismo, sino más bien de devolverle la confianza y el poder que había perdido.

El verdadero papel de Grima

Lo cierto es que Grima Lengua de Serpiente es un artista de la palabra, la manipulación y la tergiversación. Salvando las distancias, son rasgos que comparte con Saruman.

En las películas de Peter Jackson, la mayor parte de la manipulación de Théoden parece ser ejercida directamente por Saruman, quien, a través de algún tipo de hechizo, controla al rey desde la distancia.

En esta versión, Grima es más bien el intermediario del poder de Saruman, un simple mensajero que ejecuta las órdenes de su amo, un peón manipulador pero secundario, desprovisto de un gran poder propio.

En los libros, Lengua de Serpiente tiene un papel más activo y peligroso. Su manipulación es psicológica, sutil y devastadora: una obra de maestría en el arte de tergiversar y manipular la voluntad de Théoden.

Es algo que podemos ver claramente en su diálogo con Gandalf el Blanco, donde tuerce las palabras del mago con facilidad cada vez que interviene.

Además de manipularlo psicológicamente, Grima posiblemente administraba venenos sutiles que debilitaban físicamente al rey, algo que se menciona en los Cuentos inconclusos.

«La política de Grima consistía en desacreditar a sus principales opositores ante Théoden y, si le era posible, en desembarazarse de ellos.»

El problema principal con la representación de Grima en la película es que se le resta poder y complejidad, pero es comprensible que en una adaptación de una obra tan extensa y compleja como esta, no haya tiempo suficiente para desarrollar a todos los personajes.

Y a decir verdad, Grima también es un personaje poco desarrollado en los libros de El Señor de los Anillos, y para comprenderlo mejor debemos acudir a otros textos de la obra de Tolkien.

Personalmente, solo tengo palabras de agradecimiento para Jackson y su equipo, pues nos regalaron una escena espectacular en pantalla y, al mismo tiempo, lograron capturar la esencia general de la obra.

Aragorn

Una de las diferencias del Aragorn de los libros con el de las películas que observamos en toda la obra es su actitud.

En los libros, Aragorn parece menos humilde y más propenso a reafirmar su posición y el peso de su linaje. Sabe quién es y lo que representa, y no duda en mostrarlo si la ocasión lo requiere.

Este comportamiento es evidente cuando Háma, el ujier de armas de Théoden, le pide que entregue a Andúril antes de entrar al castillo.

El tono que usa Aragorn, sus respuestas, son un desafío al mismo Théoden. Y aunque a primera vista puede parecer que está actuando de manera obstinada por un orgullo sin sentido, este gesto tiene un significado más profundo.

La negativa de Aragorn a entregar su espada es una afirmación de su autoridad. Para los guardias de Meduseld, renunciar a la espada sin quejarse habría sido visto como una debilidad, pues Andúril es un símbolo de su linaje: la espada que estuvo rota y ha sido forjada de nuevo, el emblema del futuro rey de Gondor.

Desde un punto de vista simbólico, Aragorn está defendiendo su legítimo derecho al trono de Gondor, y Théoden, siendo el señor de una casa menor, no debería dictarle lo que debe hacer.

En la película no tenemos ocasión de ver estos detalles, pues Aragorn se representa de una manera mucho más humilde.

Pero esto tiene un sentido: a diferencia del libro, aún no es portador de Andúril. Es bien entrada la película de El Retorno del Rey cuando Elrond acude al campamento de los Rohirrim y le entrega la espada.

A partir de este momento, notamos un cambio en su actitud, mostrando la seguridad de un hombre que es consciente de su papel en el mundo y se dirige sin miedo a su destino.

Volviendo a Edoras, me gustaría destacar otro cambio que involucra a Aragorn.

En la película, Aragorn interviene para salvar a Grima de la ira de Théoden, evitando que el rey lo mate en un ataque de furia. En el libro este momento es muy diferente: es el propio Théoden quien da a Grima la opción de redimirse, ofreciéndole unirse a él en la guerra o marcharse.

«Esta es tu elección: acompañarme a la guerra y demostrarnos en la batalla si en verdad eres leal; o irte ahora a donde quieras. Pero en ese caso, si alguna vez volvemos a encontrarnos, no tendré piedad de ti.»

El acto de clemencia no viene de Aragorn, sino del mismo rey, quien aun en su enojo se muestra justo.

Grima, fiel a su naturaleza traicionera, rechaza la oferta escupiendo a los pies del rey antes de huir. El papel de Aragorn aquí no es el de mediador, sino de observador de la justicia de Théoden.

De cualquier modo, la modestia de Aragorn en las películas de Jackson es cautivadora, y lejos de disminuir su grandeza, la realza desde otra perspectiva.

Sigue leyendo

Configuración