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Los Uruk-hai (Las dos torres)

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LOS-URUK-HAI-LAS-DOS-TORRES

Resumen

Pippin se debatía en una pesadilla, atrapado en un túnel oscuro, gritando el nombre de Frodo, pero en lugar de su amigo, centenares de orcos horribles lo miraban con muecas. Al despertar, sintió el frío aire nocturno en su cara. Estaba atado de pies y manos, y a su lado yacía Merry, pálido y con la frente envuelta en un trapo sucio, rodeado de orcos que se movían a su alrededor.

La memoria de Pippin comenzó a aclararse lentamente. Recordó cómo él y Merry habían huido al bosque, donde se encontraron con un grupo de orcos. Justo cuando estaban a punto de ser capturados, Boromir apareció y luchó valientemente contra los orcos, matando a muchos. Pero entonces un grupo más grande, encabezado por orcos corpulentos que lanzaban flechas, los atacó de nuevo. Boromir tocó su cuerno, pero no recibió ayuda. La última imagen que Pippin recordó fue la de Boromir apoyado contra un árbol, intentando quitarse una flecha antes de que todo se volviera oscuro.

Despertó para encontrarse prisionero de los orcos. Intentó liberarse en vano, mientras escuchaba fragmentos de conversaciones entre los orcos. Los líderes discutían sobre qué hacer con los prisioneros hobbits, a los que tenían órdenes de mantener vivos. La conversación se tornó violenta cuando las facciones de orcos comenzaron a enfrentarse entre sí sobre cuál sería su próximo movimiento y sobre las lealtades divididas entre Saruman y el Gran Ojo.

El líder de los orcos de Isengard, Uglúk, se impuso sobre los otros orcos, decapitando a dos de ellos para mostrar su autoridad. Ordenó que continuaran el viaje hacia Isengard, llevando a los hobbits consigo. Pippin, dándose cuenta de que estaba siendo descuidado por los orcos, logró cortar sus ligaduras con el cuchillo de un orco muerto y simuló que seguía atado.

Los orcos forzaron a los hobbits a continuar marchando, llevándolos a través de un terreno accidentado. Pippin, todavía con la mente despejada por el licor orco, pensó en cómo dejar una señal para Aragorn y los demás que pudieran estar siguiéndolos. Finalmente, soltó su broche de la capa élfica en el suelo, con la esperanza de que lo encontraran.

Durante la marcha, Uglúk trató a Merry con una cura orca para su herida, un proceso doloroso que, sin embargo, tuvo el efecto de mantenerlo consciente y capaz de caminar. Los orcos discutían sobre la mejor manera de evitar a los jinetes de Rohan, que los estaban persiguiendo. Grishnákh, un orco de Mordor, se mostró particularmente interesado en los hobbits, creyendo que tenían algo de gran valor, posiblemente el Anillo.

La situación se volvió crítica cuando los jinetes de Rohan, liderados por Éomer, comenzaron a acercarse. Los orcos, agotados y rodeados, se prepararon para un enfrentamiento final en una colina cerca del bosque de Fangorn. En medio del caos, Grishnákh intentó llevarse a los hobbits por su cuenta, creyendo que podrían tener el Anillo. Sin embargo, fue interceptado y asesinado por los jinetes de Rohan antes de que pudiera hacerles daño.

Con la batalla en su apogeo, Merry y Pippin lograron desatarse por completo y, aprovechando la confusión, se arrastraron hacia el bosque de Fangorn, alejándose de los orcos y los jinetes. Mientras el amanecer se aproximaba, los jinetes de Rohan cargaron contra los orcos, aniquilando a casi todos. Uglúk, el líder de los orcos de Isengard, fue finalmente derrotado y muerto por Éomer en un duelo singular.

Los hobbits, agotados pero libres, encontraron refugio en la oscuridad del bosque de Fangorn, mientras el humo de la batalla ascendía al cielo, señalando el fin de la escaramuza. Los jinetes, después de enterrar a sus compañeros caídos y celebrar su victoria, quemaron los cuerpos de los orcos, asegurándose de que ningún mensaje llegara a Mordor o Isengard. Así terminó esta parte de la aventura, con Merry y Pippin escapando por poco de un destino terrible, escondidos en la vasta y misteriosa profundidad de Fangorn.

Análisis, reflexiones y sabiduría de Tolkien en el capítulo

La autopercepción de Pippin

El capítulo comienza explorando la autopercepción de Pippin, quien, desde el inicio de su viaje, se ve a sí mismo como una carga para la Compañía. Esta autoevaluación negativa lo lleva a sentir que no ha contribuido significativamente a la misión, viéndose solo como un «pasajero» o un «bulto de equipaje». Este sentimiento de inutilidad pesa sobre él durante su captura, lo que lo hace reflexionar sobre su lugar en esta peligrosa aventura. Sin embargo, este estado mental no solo subraya la humildad inherente de Pippin, sino que también prepara el terreno para su desarrollo personal. A lo largo del capítulo, veremos cómo Pippin comienza a superar esta percepción de sí mismo y descubre que, incluso en los momentos más oscuros, tiene la capacidad de influir en su destino y en el de sus amigos.

La frágil alianza de los orcos

Mientras Pippin y Merry son transportados por los orcos, se nos revela la fragilidad de la alianza entre las diferentes facciones de orcos. Los Uruk-hai de Isengard, los orcos de Mordor y los orcos de las Montañas Nubladas se ven forzados a colaborar, pero sus diferencias internas y su desconfianza mutua rápidamente generan tensiones. Esta división no solo pone en peligro su misión, sino que también crea una dinámica peligrosa y caótica que Pippin logra percibir. A través de sus interacciones, Tolkien destaca la naturaleza caótica y egoísta de las fuerzas del mal, incapaces de mantener una cooperación duradera debido a su naturaleza violenta y desleal. Esta fragmentación ofrece una oportunidad crucial para los hobbits, que comienzan a vislumbrar la posibilidad de escapar.

Analizando a los orcos

A medida que avanzamos en el capítulo, se hace evidente que los orcos, a pesar de ser presentados inicialmente como criaturas brutales y simplistas, poseen una cultura compleja y matizada. Tolkien nos muestra las diferencias entre los Uruk-hai, que son más organizados y fuertes, y los orcos de Mordor y de las Montañas Nubladas, que son más astutos o primitivos, respectivamente. Uglúk, líder de los Uruk-hai, representa la brutalidad y el liderazgo basado en la fuerza, mientras que Grishnákh de Mordor simboliza la astucia y la manipulación. Esta diferenciación entre los orcos no solo enriquece la narrativa, sino que también sirve para destacar cómo las fuerzas del mal, aunque poderosas, están inherentemente divididas y en conflicto, lo que las debilita frente a la unión de los pueblos libres de la Tierra Media.

El coraje de Pippin

En medio de la confusión y el caos entre los orcos, Pippin muestra un gran coraje. A pesar de su miedo, aprovecha un momento de distracción para cortar sus ataduras, un acto que refleja su creciente valentía e ingenio. Este es un punto crucial en su desarrollo como personaje, donde Pippin deja de verse a sí mismo como una carga y comienza a tomar un rol activo en su propia supervivencia. Su decisión de no intentar escapar inmediatamente, sino de esperar el momento adecuado, demuestra una madurez y un control emocional que no había mostrado antes. Este acto de coraje subraya el tema central del capítulo: la capacidad de los personajes más pequeños e inesperados de influir en el curso de los eventos a través de su valentía e ingenio.

Aparecen los Rohirrim

La tensión aumenta cuando los Rohirrim, los jinetes de Rohan, hacen su aparición. Pippin, al ver a estos poderosos guerreros acercarse, se debate entre la esperanza y el miedo. Aunque los Rohirrim podrían ser su salvación, Pippin se da cuenta de que también podrían confundirlos con orcos y matarlos sin preguntar. Este momento destaca la complejidad de la situación, donde los aliados potenciales también representan un peligro. La llegada de los Rohirrim introduce un nuevo elemento en la narrativa, aumentando la tensión y la incertidumbre, y subraya el delicado equilibrio en el que se encuentran los hobbits, atrapados entre fuerzas enemigas y aliadas.

La astucia de los hobbits

A medida que los eventos se desarrollan, tanto Pippin como Merry utilizan su astucia para sobrevivir. En un momento crítico, Pippin deja caer su broche de Lorien como una señal para cualquier posible rescatador, mostrando una vez más su ingenio bajo presión. Al mismo tiempo, Merry y Pippin logran manipular a Grishnákh, aprovechando su deseo por el Anillo para ganar tiempo y confundirlo. Este uso del engaño y la inteligencia destaca la capacidad de los hobbits para adaptarse a situaciones extremas y superar a enemigos más poderosos a través de la astucia, demostrando que el verdadero poder no siempre reside en la fuerza física, sino en la mente.

Un épico final

El capítulo concluye con un épico desenlace cuando los Rohirrim finalmente atacan a los orcos, poniendo fin a la frenética carrera. En medio del caos, Merry y Pippin logran escapar y encuentran refugio temporal en el misterioso bosque de Fangorn. El destino de los hobbits, que parecía condenado desde el principio, toma un giro inesperado gracias a su valor y astucia. La muerte de Uglúk a manos de Éomer y la derrota de los orcos subrayan la superioridad de la unión y la cooperación sobre la fuerza bruta y la desunión. Este final no solo cierra la subtrama de manera satisfactoria, sino que también prepara el escenario para futuros desarrollos en la historia, dejando a los lectores con una sensación de esperanza y anticipación.

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